Los pequeños aportaron su chispa para encender la llama. Moscoso atento a la llama para prender unos cigarros.
Bezi Jr. demostrando sus habilidades con la pelota de tenis gigante (por que era un día de Copa Davis)
Culminada la etapa de encendido, vino el relax y la picadita. De fondo el monoambiente de la familia Gorriez.
Toda la carne al asador. También unas batatas a las cenizas (por que a las chicas les gusta la batata)
A cargo de la cocción un experto: Carlitos Gorriez. Casi tan bueno como mi amigo el sensei Sicotello.
La tropa se distendía mientras esperaba por el asadito.
After lunch salimos de caminata, con las chicas a la cabeza.
Se presentaron obstáculos en el camino que se resolvieron con un gran trabajo de grupo.
Muchas risas. Ningún pie tocó el agua.
Las vueltas en cuatriciclo no se detuvieron.
Las nubes taparon el sol, el fuego ya se había consumido y faltaban abrigos. Hora de volver. La camioneta Gorriez no daba señales de vida. La camioneta Moscoso la remolcó hacia un lugar más "poblado" para esperar a la grúa.
Cuando ya estaba todo perdido, cuando las caras de poto se multiplicaban, cuando ya no había más que esperar la grúa por al menos dos horas, apareció Cichero con mucha experticia.
Ayudado del poder de la coupé italiana, con unos cables improvisados que nos prestó un lugareño dió arranque al complejo motor.
La sonrisa de Carlitos puso la frutilla a un día increíble.